Llega Javier con el pie enyesado y un amigo le dice:
¿Qué te pasó?
Es que estaba jugando fútbol y me cambiaron la pelota por una de Hierro.
Hijole, ¿cómo te ha de haber dolido?
Hombre, el pie es lo de menos, hubieras visto como quedó el que remató de cabeza.
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